
Guerra sucia
Hace tiempo que creo que el ser humano es violento por naturaleza. Inherentemente agresivo, competitivo, egoísta. Pero en algún momento de la historia, la necesidad de crear estructuras sociales complejas y funcionales, nos exigió suplantar aquel comportamiento instintivo por códigos éticos y morales que permitieran la cooperación en masa y, por ende, la proliferación de nuestra especie: la entronización de un animal ordinario como soberano absoluto del planeta Tierra.