El lunes 8 de junio, sufriendo los estragos de una inclemente resaca electoral, observé los periódicos que exultantes anunciaban el triunfo virtual de Jaime Rodríguez ‘El Bronco’ como nuevo gobernador del estado de Nuevo León y me pregunté si éstos eran los albores de un agónico y prolongado final para la tradicional partidocracia mexicana.
¡Vaya pregunta tan fatalista a tan sólo unas horas de iniciado el conteo preliminar! Pero qué más da; digámoslo sinceramente. A varios de nosotros nos tomó por sorpresa el triunfo de un puñado de candidatos independientes que tuvieron el atrevimiento de desafiar al sistema que aliena la democracia del país y que, a pesar de los pesares, lograron llegar sanos y salvos a la cima y clavar su bandera ante el estupor de los grandes protagonistas de la contienda y de sus viejos patrocinadores. ¡Maravilloso! Qué felicidad que existan ciudadanos libres que son capaces de aglutinar votos a favor de un equilibrio en la política nacional. Pero, ¿qué lección podemos hallar en estas historias que más bien parecen el comienzo de un insólito cuento de fantasía que no representa más que un idilio transitorio?

Jaime Rodríguez 'El Bronco', primer gobernador independiente en la historia de Nuevo León.
Sabemos que candidatos independientes de la clase y talla de ‘El Bronco’ son personajes con un pasado político impulsados por gente poderosa y que su gran ventaja discursiva sobre los candidatos tradicionales es que tienen completa libertad para despotricar en contra de todo lo que les dé la gana sin la necesidad de apegarse a un discurso institucional que les impida apelar al deseo popular de tener a un ‘caudillo’ que encabece la nueva revolución del pueblo en contra del mal gobierno.
Por otro lado, en figuras como el nuevo diputado a la asamblea local de Jalisco, Pedro Kumamoto, de 25 años, se vislumbra a un tipo de candidato independiente mucho más genuino que, mediante un equipo ciudadano, austero y creativo, logró cautivar al electorado y obtener un escaño legislativo sin la necesidad de solicitar el apoyo de alguna organización política que le diera visibilidad e identidad ideológica y solamente empleando su carisma y astucia operativa.
Pues bien, hay varias preguntas que borbotean ante este nuevo hervidero electoral: ¿Cuánto tiempo durarán de independientes, los independientes? ¿Qué incremento registrarán los triunfos de este tipo de candidatos en las próximas votaciones? ¿Los partidos de siempre modificaran sus estratégicas de gobierno y de campaña a partir de este fenómeno? ¿Algún día será capaz un candidato genuinamente independiente de competir a la par de un candidato presidencial impelido por algún partido político?
De estos cuestionamientos sólo el tiempo podrá otorgarnos respuestas irrefutables, aún así vale la pena enunciar varios hechos que sí fueron evidenciados a partir de los resultados de las pasadas elecciones.
La gente continúa rechazando la política tradicional y evita participar del voto de manera indolente, acaso alarmante. Según datos finales del INE, sólo el 47.72 por ciento del electorado a nivel nacional asistió a su casilla a votar y de éstos un millón 900 mil 881 lo hicieron para anular su voto. Asimismo, en redes se manifestó una y otra vez, el rechazo a las invitaciones políticas y a la propaganda exhibida durante los tres meses de campaña.
El llamado voto de castigo aumentó en todos los estados provocando que la mayoría de las diputaciones y alcaldías cambiaran de color y que los partidos de los gobiernos estatales en turno, perdieran gran parte de su influencia legislativa.
‘El Bronco’ ganó la gubernatura de Nuevo León con el 48.8 por ciento de los votos y registró una diferencia de 24.9 puntos porcentuales respecto del segundo lugar en la contienda lo que sin duda, representa un hecho histórico y sienta un precedente para la formación de nuevos candidatos independientes que busquen contender a las gubernaturas de los 12 estados en juego durante el proceso electoral de 2016.
En la capital de la República, Morena, el partido del sempiterno candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, mostró un arranque como partido de izquierda sumamente alentador ganando cinco delegaciones y, sumado a los resultados de las votaciones a gobernadores y diputados en todo el país, logró asestar el peor revés electoral al PRD desde su fundación en 1989.
Y bien, ¿qué más nos dice todo lo anterior? En un primer plano, lo de siempre: que la política, o con mayor precisión los partidos políticos, necesitan transformarse para asegurar su prevalencia y evolución.
Que estamos entrando en una época en donde la gente es consciente de los eventos que van llenando la bitácora de los distintos gobiernos y no duda en votar en contra de quienes no saben hacer frente a las distintas crisis económicas, políticas o sociales que se puedan presentar.
Que hay una carencia de líderes y movimientos que generen un involucramiento auténtico, por lo que el abstencionismo y la anulación del voto continúan registrando incrementos exponenciales.
Que muchas campañas políticas no son efectivas y que los estigmas del oficio político son el gran enemigo a vencer para los consultores y estrategas políticos. Que las campañas no duran tres meses sino varios años en los que cada partido y figura política deben ser lo suficientemente brillantes y astutos como para construir peldaño a peldaño la escalinata que les permita acceder al éxito electoral.

Pedro Kumamoto, primer diputado local independiente en la historia de Jalisco.
Que el fenómeno triunfal de las candidaturas independientes puede ir in crescendo si los partidos y candidatos tradicionales no son capaces de lavar su imagen y construir proyectos mucho más orgánicos y respaldados en las nuevas tecnologías de la comunicación. Que las mismas candidaturas independientes pueden llegar a pervertirse al escalar niveles de poder y a transformarse en espacios de oportunidad para políticos ‘abortados’ o ‘no deseados’ empañando así, uno de los grandes aciertos de la última gran reforma electoral.
Que los destapes precoces de algunas luminarias de la política nacional que tienen aspiraciones presidenciales están motivados por la presión ejercida por los malos resultados electorales y respectivas crisis internas para la izquierda amarilla y la derecha azul, y que con dichas postulaciones prematuras, intentan generar una tendencia que soporte la aparición de próximos candidatos (independientes y colegas) y, asimismo, aprovechar los tres años que les quedan para implementar las que podrían ser calificadas como "campañas fantasmas".
No es necesario ser un afamado politólogo o periodista para inferir que falta mucho tiempo para que el poder de los partidos sea significativamente mermado por el empuje de los independientes (incluso es probable que las grandes instituciones políticas terminen absorbiendo a muchos de ellos). Sin embargo, las elecciones intermedias de este 2015 nos anuncian que una nueva etapa en la política nacional ha comenzado. Un nuevo ciclo donde la población votante ha comprobado que es posible “darle la vuelta a la tortilla” si se confía en el poder del voto útil y que, de confirmarse la efectividad de los electos independientes, continuará votando a favor de quienes simplemente lucen mucho más limpios que los “de siempre” y que hoy representan un desahogo material a su inocultable y perpetuo hartazgo.
¿Qué está claro para todos? Que la política debe cambiar y asegurar no sólo su evolución sino la de la sociedad que pretende gobernar...
...Y para ello, tienes contigo a El Equipo de Campaña.