Un auténtico huracán político-electoral atravesó México este 5 de junio y muchos son los que se han apresurado a responsabilizar de los malos resultados al presidente Enrique Peña Nieto, aprovechando cierto oportunismo partidista.
En la misma línea del ventajismo político pareció destacar la figura del actual presidente del CEN del PAN como gran estrella y hacedor de las históricas victorias de los candidatos a gobernador a nivel nacional. Pero, como reza el dicho, «a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», es pertinente un análisis profundo y sin tintes partidistas para saber qué pasó realmente y, sobre todo, qué lecciones debemos aprender de este ciclo electoral y sus consecuencias rumbo al 2018.
UNO. LAS ELECCIONES SE DECIDEN EN CLAVE LOCAL: CASTIGO A LOS MALOS GOBERNADORES
Contrario a lo que a algunos les gustaría, los electores decidieron su voto en clave local. Si los mexicanos hubieran decidido su voto en clave nacional y manifestado su voto como un voto de castigo al presidente –como algunos insinúan–, el PRI no hubiera sido la primera fuerza en número de votos totales a nivel nacional, ni hubiera recuperado los gobiernos de Oaxaca y Sinaloa, ni hubiera repetido triunfos en los Estados de Hidalgo, Tlaxcala y Zacatecas.
Es más, Lorena Martínez, candidata a gobernadora del PRI en Aguascalientes y colaboradora cercana al presidente –como se encargaron de recordar sistemáticamente desde la campaña del ganador panista, Martín Orozco–, no sólo hubiera sido derrotada, sino que habría sido arrollada claramente por el candidato del PAN. No fue así, sino que la victoria del panista resultó bastante ajustada.

Por contra, aquellos estados en los que sus dirigentes destacaron por los escándalos en su gestión, como Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, así como los caracterizados por la mala gestión de su gobernador, como es el caso de Tamaulipas, lastraron enormemente las opciones de los candidatos del mismo partido a sucederles en el cargo y abrieron la puerta a un claro cambio de color político en dichos estados.
DOS. NO SIRVE LA GUERRA SUCIA DESMEDIDA
El uso y abuso de las campañas negras y guerra sucia han caracterizado varias de las campañas de 2016. Algunos candidatos o sus padrinos políticos, creyeron ver en el uso de la guerra sucia y campañas difamatorias la oportunidad de darle la vuelta a la opinión pública. Cabe destacar la brutal guerra sucia con burdas difamaciones que han sufrido los candidatos panistas de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, de Aguascalientes, Martín Orozco, de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca, y de Quintana Roo, Carlos Joaquín. Ninguna de ellas tuvo el efecto deseado, más bien generaron un efecto boomerang a los contendientes que recurrieron a tan burdo ataque y reforzaron a los candidatos que estaban sufriendo dichas campañas negativas.
En los últimos años, en México se ha incrementado el abuso –que no uso– de las campañas negras como recurso principal de numerosas campañas. Pero como hemos visto claramente este 5 de junio, los votantes mexicanos saben discernir perfectamente entre el ruido mediático generado por las campañas negras y la realidad. Al igual que en cualquier competencia deportiva, aunque a veces sea necesario meter la pierna con fuerza, a nadie le gustan los equipos que sólo se dedican a romper piernas y se olvidan de jugar. Una cosa es meter la pierna y el hombro cuando hace falta y otra el antijuego por sistema.

TRES. LA VEDA ELECTORAL ES LA MAYOR FALACIA DE LA POLÍTICA MEXICANA
No es una situación nueva, pero en 2016 se ha visto con especial claridad. La veda electoral, un elemento incluido en la legislación electoral para fomentar la reflexión y la competencia justa entre candidatos, es una de las mayores falacias de la política mexicana. No sólo no es eficaz en su razón de ser, sino que al ser tan larga invita a la perversión del sistema.
La limitaciones a la campaña oficial (y transparente) invitan a que las candidaturas busquen los recovecos para aprovechar el tiempo, y estos son principalmente los negativos. Así hemos podido observar el incremento de las campañas negras en esos días, en la mayoría de los casos sin el impacto deseado, pero en algunos casos sí pudo incidir en el resultado final.
Lo que es indudable es que el inicio de la veda electoral y apagón de las campañas oficiales no puede ser una suerte de vacaciones o descanso para los equipos de campaña. Más bien se convierte en un tiempo fundamental para los equipos de campaña que correctamente aprovechado resulta de suma utilidad para la jornada electoral, bien para asegurar la victoria o evitar la derrota.
CUATRO LA OPERACIÓN DE TIERRA ES CLAVE: LA FALTA DE DINERO SE CASTIGA
El dinero no lo es todo, pero ayuda. Este año hemos podido ver con claridad como el dinero no es garantía de éxito, así, varias de las candidaturas con más recursos han salido derrotadas, como los casos de los candidatos priistas en Quintana Roo, Aguascalientes o Chihuahua. No obstante, aunque el recurso económico no es la única clave, es imprescindible llegando el Día D.

Los candidatos que no consiguen bajar suficientes recursos para la campaña son sumamente vulnerables en la operación de tierra de los últimos días. Prueba clara de ello fue el resultado en Tlaxcala donde el triple empate técnico en las encuestas se vio sobrepasado por la lógica de los recursos a la hora de sacar a la gente a votar y acabó imponiéndose quien más recursos tenía.
CINCO. LAS ENCUESTAS FALLAN CUANDO SE UTILIZAN PARA LO QUE NO SON
Pasadas las elecciones y con los resultados en la mano, muchos son los que salieron a criticar los supuestos fallos de las encuestas. Y digo supuestos, sí, porque las encuestas no fallaron en sus objetivos. La cuestión de fondo es entender el objetivo de las mismas. Hay que diferenciar entre encuestas publicadas con un claro objetivo mediático y no de investigación y aquellas que se usan como fuente de información para determinar ajustes tácticos de la estrategia.
Las primeras, pues son para eso, para generar algún impacto mediático y por tanto están cocinadas, forman parte de un show mediático cuyo valor científico no siempre es el adecuado. El problema radica cuando se les da el valor que no tienen, y se usan para especular un resultado final pues sería algo así como pretender determinar quien va a ganar el campeonato mundial en base a un análisis de sangre de los jugadores, sin tener en cuenta la estrategia del director técnico.
Pero cuando se utilizan para lo que son, fuente de información para definir plan estratégico, mensaje y ajustes tácticos, sí que funcionan, solo que esas no se publican, quedan para trabajo interno de los equipos de campaña.
SEIS. SE DIFUMINÓ LA MODA DE LOS INDEPENDIENTES
Tras la victoria del Bronco en Nuevo León en el 2015 se expandió la moda de los independientes en los medios. Parecía como si se fuese a imponer una auténtica revolución en la política mexicana, la de las candidaturas independientes, y solo por ser independientes se fuese a derrotar los partidos tradicionales. Muchos intentaron este año sin suerte lanzarse por la vía independiente. Es más, en algunas esferas ya se bromeaba con el 'broncopartido', por el apoyo que daba El Bronco a los candidatos independientes. Sin embargo se acabó imponiendo la lógica electoral.
Una campaña con opciones de ganar implica la suma de muchos apoyos, equipos, recursos… y rara vez lo alcanza una sola persona. De hecho, El Bronco no ganó por ser El Bronco, sino como un castigo al gobernador saliente y porque tanto el PRI como el PAN postularon a personas que no encajaron con el perfil deseado por los neoleonenses, lección que los grandes partidos aprendieron para este año postulando a candidatos más cercanos a los perfiles esperados en aquellos casos donde tenían oportunidad de victoria electoral.

¿Y MAÑANA QUÉ?
Los numerosos cambios políticos fruto de estas elecciones han puesto de manifiesto que la viejas formas de hacer política y de hacer campaña no son válidas hoy en día. Las ciudadanía es mucho más responsable y ejerce su voz por encima de la manipulación mediática o económica.
El castigo a los malos gobiernos se ha hecho patente. La población ha perdido el miedo a denunciar o al menos, a manifestar en las urnas su indignación. Y sobre todo, que su voto cuenta.
Las campañas necesitan escuchar mejor lo que quiere la ciudadanía y empatizar con la sensibilidad de los votantes.
Quienes quieran tener una oportunidad en el 2018, tendrán que jugar unidos, sin miedo a meter la pierna, pero jugando con clase y con un proyecto que ilusione y que esté cercano a la sociedad.
